Gobierno de Nicaragua arremete contra iglesia por diferencias de opinión.

La crisis del gobierno contra integrantes de la iglesia católica empeoró con los resultados de las elecciones de noviembre pasado, cuando el Presidente  Jose Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, fueron reelegidos en sus cargos, tras un proceso bastante criticado, luego de que siete de sus potenciales contrincantes al cargo fueron puestos presos, logrando dos de ellos huir al exilio.

Con un 58,5% estimado de creyentes y simpatizantes a la Iglesia católica es la religión con mayor apego en Nicaragua, según el último censo nacional.

Las opiniones encontradas entre el Gobierno de Nicaragua y la Iglesia Católica de ese país se agudizaron esta semana luego de que las autoridades ordenaron el cierre de medios de comunicación, entre estos, algunos con línea editorial católica.

Grupos de sacerdotes de Nicaragua piden que “cese la persecución” a la Iglesia católica, en los últimos meses, el clero ha visto cómo dos miembros fueron arrestados y otros dos fueron sitiados en sus casas curales, incluyendo al obispo Rolando Álvarez, este último, uno de los mayores críticos del presidente Daniel Ortega.

En los últimos días varios sacerdotes han sido agredidos tanto en su vida cotidiana cómo en las misas, donde grupos de personas entran y cometen actos vandálicos incluso golpeando a los ministros.

Resalta la brutalidad de la escalada de agresiones a tal grado de que iglesias han sido incendiadas, llevando los representantes de la iglesia salir de las ciudades y puebla para ocultarse y salvaguardarse, algunos de ellos incluso han solicitado asilo político.

Ante estos hechos, el día de hoy viernes el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) realizó una sesión extraordinaria para considerar “la situación en Nicaragua” en el contexto de ataques a la Iglesia católica, y para aprobar una resolución presentada por Antigua y Barbuda y acompañada por Canadá, Chile, Costa Rica, Estados Unidos, Perú y Uruguay, que condena la persecución religiosa y la censura de prensa ejercida por Daniel Ortega.

Se trata de uno de los momentos más tensos entre la Iglesia católica y el régimen nicaragüense desde que la histórica imagen de la Sangre de Cristo de la Catedral de Managua fue calcinada el 31 de julio de 2020 en un acto que el papa Francisco calificó de “atentado”, mientras que las autoridades lo clasificaron como un accidente.